Una distinción interesante es la que puede realizarse entre lo que se conoce como “cambio I” y “cambio II”. El “cambio I” se relaciona con la idea de cambio que tienen la mayoría de las personas en la cabeza. “Cambio I” sería por ejemplo, cuando dentro de un sueño corremos, cantamos o volamos, cambiando aquello que estamos haciendo pero dentro de una misma categoría, por decirlo de algún modo. Son cambios que se dan dentro de un mismo nivel lógico. Un “cambio II”, en tanto, sería despertar del sueño puesto que supone un salto a un estado diferente. Es un “cambio del cambio” y siempre tiene la característica de una discontinuidad o de un salto lógico.
Pensemos en una persona que sufre de sobrepeso. Un “cambio tipo I” que podría realizar esta persona para sentirse mejor, sería comprarse un sillón más grande y tomar sus medicamentos que controlan el colesterol. Un “cambio tipo II”, en tanto, sería aprender nuevos hábitos alimenticios con un nutricionista, hacer deporte con regularidad y no comer más de tres veces al día.
Muchos de los problemas que se resisten a ser solucionados suelen tener su resistencia en esta confusión de niveles. Nuestra reacción natural cuando algo no se nos está dando es a insistir en la misma solución pero con más fuerza. Esta dinámica de "más de lo mismo" suele polarizar las partes involucradas en cualquier situación problemática dificultando su resolución. Como en el caso de los padres que van incrementando la dureza del castigo al hijo que no obedece. El hijo, por su parte, se porta cada vez peor producto de la frustración que le producen estos castigos cada vez más duros.
Para ver más sobre Cambio
Pensemos en una persona que sufre de sobrepeso. Un “cambio tipo I” que podría realizar esta persona para sentirse mejor, sería comprarse un sillón más grande y tomar sus medicamentos que controlan el colesterol. Un “cambio tipo II”, en tanto, sería aprender nuevos hábitos alimenticios con un nutricionista, hacer deporte con regularidad y no comer más de tres veces al día.
Muchos de los problemas que se resisten a ser solucionados suelen tener su resistencia en esta confusión de niveles. Nuestra reacción natural cuando algo no se nos está dando es a insistir en la misma solución pero con más fuerza. Esta dinámica de "más de lo mismo" suele polarizar las partes involucradas en cualquier situación problemática dificultando su resolución. Como en el caso de los padres que van incrementando la dureza del castigo al hijo que no obedece. El hijo, por su parte, se porta cada vez peor producto de la frustración que le producen estos castigos cada vez más duros.
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