5 de septiembre de 2008

Las Emociones en los Procesos de Decisión II

Sin la presencia de las emociones nuestro funcionamiento cerebral sería una suma de hitos de funciones aisladas, descontextualizadas y abstractas. Como dice Mora en su libro “El Cerebro Sintiente”: “Hay un estado emocional que alumbra, ilumina y calienta la concepción de un plan cortical. El calor emocional es como la energía que permite el ensamblaje coherente de todos los ingredientes de una planificación futura, sea ésta realizar un viaje o escribir un libro. Sin el fuego emocional previo, los planes son desintegrados, mal coordinados y sin mantenimiento ni realización en el futuro.”

La influencia de las emociones en los procesos de razonamiento es muchísimo más importante de lo que se cree habitualmente, sobretodo si tomamos en cuenta que existe una evaluación del valor emocional de cada estímulo en niveles muy tempranos de procesamiento de la información. Así, es imposible relacionarse con la realidad sin que experimentemos estados emocionales y sin que nos movamos permanentemente entre ellos. Más aún, diferentes emociones tienen distintos modos de procesamiento de la información presentando cada una un patrón particular de memoria, atención e interpretación de la realidad. Se ha podido observar, por ejemplo, que los pacientes deprimidos presentan una mayor tendencia a fijarse en la información negativa. Por el contrario, se ha comprobado que durante un sentimiento de exaltación durante el cual hay una rápida generación de imágenes, existe un proceso asociativo más rápido y más rico, una mayor facilidad de inferencias, etc.  Estos sesgos cognitivos, están relacionados con la función adaptativa de las emociones, que apunta a optimizar los recursos disponibles.

Los sesgos atencionales, en particular, aparecen en un nivel muy temprano de procesamiento de la información, incluso antes de que esta se haga conciente. De hecho, se ha podido constatar que frente a imágenes relacionadas con sexo y violencia hay una mayor activación cerebral que frente a estímulos más placenteros. Nuestro cerebro parece asignar mayor cantidad de recursos a aquellas actividades relacionadas con nuestra supervivencia como especie. Más aún podría ser que estos estados emocionales esten incorporados en redes de memorias asociativas (associative memory network). Así, cada emoción está representada por un nodo, por una red semántica compuesta de memorias y cogniciones. Cuando uno de estos nodos de emociones es activado, irrumpen un tipo de memoria y cogniciones que van a generar efectos conductuales congruentes.



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