Francisco Varela, connotado biólogo chileno explica a través del artilugio llamado Bittorio (un modelo virtual), el momento en que surge un mundo para las diferentes operaciones de distinción que se tengan especificadas. No es tan simple de entender por lo que recomiendo leerlo un par de veces:
“Para entender la estructura de Bittorio debemos imaginar una unidad o célula simple que puede estar sólo en dos estados, digamos uno o cero, o “activo” o “inactivo”. Se conecta una hilera de estas unidades elementales en una disposición circular. “Este anillo de autómatas celulares –nos dice– adquiere una dinámica cuando se lo activa en un estado aleatorio y se permite que cada célula alcance un estado actualizado en cada momento del tiempo de manera sincrónica.” “Supongamos –nos dice más adelante– que simplemente arrojamos este anillo en un ámbito de unos y ceros aleatorios, tal como una célula que se zambulle en un ámbito químico. Imaginemos que cuando una de las células del anillo se topa con una de ambas alternativas (0 y 1), el estado de la célula es reemplazado por la perturbación que ella encontró”. Pero, como esa célula está unida al resto de las células de Bittorio en un sistema circular, lo que ocurre después de ese encuentro casual indica el cambio (o falta de cambio) con que el sistema compensa esa perturbación. Ahora bien, dadas ciertas reglas de configuración interna inicial, el sistema, por ejemplo, producirá un cambio en la configuración ante una secuencia impar de perturbaciones en el mismo lugar; en cambio, cualquier secuencia par no producirá cambio alguno. “Así –concluye Varela- de todas las innumerables secuencias de posibles perturbaciones, este Bittorio escoge o señala en el medio ambiente un subconjunto muy específico, a saber: secuencias finitas impares, pues sólo estas secuencias inducen un cambio repetible en la configuración de Bittorio. En otras palabras, dada su regla, y dada su forma de acoplamiento estructural, este Bittorio se transforma en “reconocedor de secuencias impares”. Algo semejante ocurre para otros Bittorios con otras reglas. Uno de ellos, por ejemplo, sólo reconoce (sufre un cambio de configuración) ante una secuencia de dos perturbaciones: todo lo que no sea una perturbación doble en un lugar deja intacto a este Bittorio. Varela enfatiza que en estos dos casos específicos no se ha dotado a Bittorio con un programa para distinguir “secuencias impares” o “dos perturbaciones sucesivas”; en cambio, se han especificado una forma de clausura para el sistema y el modo en que el sistema se acoplará con un medio dado (reemplazo del estado de cada célula por la perturbación que encuentra en un ámbito de unos y ceros aleatorios). “El resultado –agrega– es que con el tiempo este acoplamiento selecciona o enactúa, a partir de un mundo de azar, un dominio de distinciones (“secuencias impares” o “dos perturbaciones sucesivas”) que tiene relevancia para la estructura del sistema. En otras palabras, sobre la base de su autonomía, el sistema selecciona o enactúa un dominio de significación”. Las distinciones que selecciona Bittorio indican las regularidades con las cuales co-varía Bittorio: “estas regularidades comprenden lo que denominaríamos el ‘mundo’ de Bittorio”. Y, “es manifiesto que este mundo no está pre-dado y luego es recobrado mediante una representación”. “No diseñamos a Bittorio para ser un reconocedor de secuencias impares”; simplemente se le ha dotado con una cierta dinámica interna y luego ha sido arrojado a un ámbito aleatorio. No obstante, dada la historia del acoplamiento entre la dinámica interna y ese ámbito, “secuencia impar” se transforma en una distinción significativa para Bittorio. Por esta razón, “decimos que el ‘mundo’ de Bittorio está enactuado a través de una historia de acoplamiento estructural”. “Bittorio nos brinda –concluye– un paradigma de cómo la clausura y el acoplamiento bastan para hacer emerger un “mundo” de relevancia para un sistema”.