Parece existir un consenso cada vez mayor en otorgarle a las emociones un papel crucial en los procesos de toma de decisiones y razonamiento (TDR). Las investigaciones realizadas por Damasio (especialmente en el contexto de su hipótesis del marcador somático) y los trabajos con pacientes con lesiones cerebrales en regiones asociadas a las emociones, son una evidencia importante de la estrecha relación existente entre emoción y razón.
En general, se suele coincidir en que frente a cualquier situación que suponga decidir entre 2 o más opciones, lo primero que ocurre es el surgimiento de un proceso emocional, automático y determinante. Este proceso emocional viene de la mano con la inducción de un patrón cognitivo particular, provisto de sesgos atencionales, memorísticos e interpretativos. A través de esta conexión y la información propioceptiva que recibimos en la región somatosensorial derecha, nuestro cuerpo nos otorga un reporte actualizado y preciso de su situación (marcador somático). Todos estos cambios contribuyen a que podamos tomar decisiones ventajosas mucho más de lo que el azar podría implicar. Al resaltar las opciones deseables o desincentivando aquellas menos susceptibles de éxito, nuestro cuerpo limita el campo de elección, aumentando así las posibilidades de escoger acertadamente.
Es probablemente en las cortezas prefrontales donde se lleva a cabo la mayor parte de nuestros procesos de TDR, y es por ello que aquí mismo se pierde la diferenciación entre lo racional y lo emocional. Los enormes esfuerzos investigativos de Damasio y otros autores respecto a este sector reducido de los lóbulos frontales, ponen en evidencia que ni siquiera neuroanatómicamente existe una división clara entre la emoción y la razón.
En el proceso de categorización de nuestras experiencias, donde las cortezas prefrontales sostienen una compleja combinación de información de estados somáticos (presentes y pasados), de experiencias almacenadas, de los acontecimientos actuales, etc; es donde podríamos decir que la emoción y los procesos de TDR se cruzan funcionalmente. Estas experiencias categorizadas son básicas cuando se quiere anticipar el futuro o planificar y decidir ventajosamente, en un contexto de relevancia personal y de adaptación. Finalmente, en cada decisión que tomamos, hay un marco referencial somático/ emocional, que nos ayuda a optimizar nuestras decisiones y razonamientos.