26 de junio de 2009

Las Emociones en los Procesos de Toma de Decisiones IV


Evidencia Neuroanatómica (Parte 2)


Sólo un proceso tan importante para nuestra adaptación como son las emociones, es capaz de congregar tan diverso y selecto grupo de estructuras cerebrales requeridas para su desarrollo. Entre ellas la región prefrontal ventromediana (RPV) y la amígdala, centraran nuestra atención por presentar un papel paradigmático en esta asociación razonamiento/ emoción. En particular, en la RPV parece estar la unión más crítica entre la razón y la emoción. Los procesos de pensamiento lógico que acompañan a todo proceso de TDR y los cambios fisiológicos subyacentes a la emoción, coinciden en la RPV.

Estudios de pacientes con daño en la RPV muestran una sistemática elección anormal de conductas de riesgo, así como una reducción de la respuesta galvánica de la piel. Como se ha visto, una lesión en esta zona genera en el paciente una dificultad para anticiparse a las consecuencias, ya sean estas positivas o negativas. Además, dicha lesión produce una disminución en la respuesta electrotérmica producida por la anticipación de una elección que supone un riesgo.

Hemos visto que el estado que podamos tener de nuestro cuerpo, así como la representación actualizada y certera que tengamos de él, es una condición determinante en nuestros procesos de TDR y en nuestras emociones. Una lesión en la corteza somatosensorial derecha, conlleva una incapacidad de hacer una representación mental del propio cuerpo; pero al mismo tiempo, produce una merma del funcionamiento emocional y, por ende en los procesos de TDR. Lo anterior sugiere que al fallar la información que tenemos sobre nuestro propio cuerpo, fracasa también una de los objetivos de nuestro proceso emocional, consistente en reconocer a través de nuestras sensaciones, los estados somáticos subyacentes a cada emoción Podríamos decir que las emociones son el lenguaje a través del cual el cuerpo comunica su estado y que un daño en nuestra corteza somatosensorial derecha, impide que podamos recibir dicho mensaje. Esta sería la razón por la que los pacientes con daños en esta parte de la corteza, fracasan sistemáticamente en los procesos de TDR. El cuerpo se ve impedido de comunicar su estado actual con la que se perdería esta importante información. Podríamos suponer que esto es una herencia de nuestro pasado filogenético, cuando las decisiones que solíamos tomar como especie, estaban mucho más relacionadas con cuestiones de supervivencia inmediata. En aquella época los datos sobre nuestro cuerpo, debieron ser mucho más relevantes para la sobrevivencia de lo que pueda resultar hoy.


21 de junio de 2009

Metacognición IV


¿Qué elementos o fenómenos debieran estar presentes en los procesos de metacognición? ¿Qué ejes o dimensiones se podrían considerar en un proceso de evaluación de las capacidades metacognitivas? Se proponen 4 elementos para elaborar este análisis.


Autoobservación
Asociada a la capacidad cognitiva y emocional de introspección, es decir, reflexionar acerca de lo que hacemos, sentimos, pensamos, queremos, etc. Esta autoobservación supone un giro hacia nosotros mismos, toda vez que nos sitúa como objetos de nuestra propia observación.

Regulación
Tiene que ver con la capacidad de supervisar las propias cogniciones y emociones. La autoobservación es una condición para que exista control y regulación, pero esta regulación supone además, el análisis crítico y las posibilidades de implementar cambios en nuestros procesos y productos mentales.

Razonamiento/ Capacidad asociativa
La metacognición siempre implica establecer relaciones causales, hipótesis, predicciones, explicaciones, etc. Esta capacidad asociativa y de razonamiento permite interpretar adecuadamente elementos aislados que podrían contribuir a generar un “quiebre” en la experiencia, al aportar nuevos antecedentes. Además, está a la base de la elaboración de planes y la creación de estrategias correctivas.

Empatía
Se asocia al aspecto más puramente emocional de la metacognición y resulta especialmente relevante en nuestra situación de adaptación cultural. Tanto la autoobservación como el control están implicadas en la empatía, porque siempre el ejercicio de ponerse en el lugar del otro, supone un proceso autorreflexivo desde el cual se atribuyen estados emocionales a los demás. Primero reflexiono acerca de lo me pasa a mi y luego intento comprender qué es lo que está sintiendo la otra persona. La empatía también implica control porque la experiencia de “estar en los pies del otro”, nace de un interés por conocer la perspectiva ajena y reorganizar la propia experiencia a partir de esta nueva información.

Más sobre metacognición:
Metacognición1
Metacognición2
Metacognición3

9 de junio de 2009

Entrevista a Francisco Varela

Aquí les dejo uan breve entrevista de Francisco Varela para quienes quieren conocer algo sobre el notable biólogo chileno.

2 de junio de 2009

Metacognición III


Todo proceso metacognitivo supone un quiebre en la experiencia, es decir, un momento en que nuestra conciencia (generalmente enfocada hacia “afuera”), da un giro sobre sí y nos sitúa a nosotros mismos como objetos de observación. Ahora bien, dicho “quiebre” se produce cuando la experiencia revela alguna inconsistencia o incongruencia acerca de la manera en que pensamos, sentimos o actuamos.

Esta operación también involucra un grado de control acerca de nuestros procesos psicológicos, toda vez que supone un esfuerzo por evaluar y corregir algunos aspectos de la experiencia. En este proceso de supervisión y análisis de las propias cogniciones, juega un rol fundamental la capacidad de razonamiento que permite reflexionar e interpretar hechos aislados, generando asociaciones y conexiones que puedan producir movimientos correctivos. Finalmente, la metacognición se nutre siempre de una dosis de empatía, que supone una actitud de apertura e interés por la perspectiva ajena. Esta visión externa entrega información de primera mano respecto del impacto que tienen nuestras acciones en los demás.

En resumen, tenemos que cualquier proceso metacognitivo surge de una cierta inclinación hacia los propios procesos psicológicos (autoobservación), que se supervisan y corrigen (regulación) de acuerdo a las interpretaciones e inferencias que la persona realiza constantemente (razonamiento). La perspectiva ajena y la consideración del impacto que tienen las acciones propias en los demás (empatía), complementa el proceso metacognitivo con una instancia retroalimentadora muy valiosa.



Más sobre:
Metacognición1
Metacognición2