Las universidades son los reductos del conocimiento por naturaleza. Fundamentalmente allí radica y se produce la mayor parte del conocimiento, además de claro está, los laboratorios y los grandes centros de investigación.
Un profesor se empieza a interesar por un tema, conversa con otros profesores, escribe algo, da una charla, los alumnos se interesan, el tiempo pasa y la universidad puede tal vez , ofrecer un curso electivo, alguna clase en postgrado, una charla masiva e incluso, comercializar cursos para empresas, diplomados, en fin... una amplia gama de productos académicos, de distintos precios, tiempos y calidad.
Lo relevante es saber que el conocimiento es un proceso paulatino, que va madurando y pasando por etapas que no pueden saltarse. Su desarrollo es orgánico puesto que en realidad, el conocimiento es algo vivo. Es producido por un organismo vivo como es la sociedad y cuenta con procesos y etapas que no deben acelerarse para no alterar el producto. Igual que en los procesos orgánicos.
El conocimiento surge con más probabilidad en aquellos entornos que facilitan sus posibilidades de crecimiento y desarrollo. Exactamente igual que en la biología. Un ambiente de oportunidades, apoyo y espera, son condiciones adecuadas. Presión, exigencias a corto plazo y la urgencia por vender, generan inseguridad, confusión y, finalmente, un ambiente que no estimula los procesos de creación, pensamiento divergente o la conexión de ideas.
La semilla del conocimiento germina en el mismo ambiente en que lo hace la creatividad o el talento artístico. Las condiciones que estimulan su desarrollo tienen que ver con la calma, la flexibilidad y la paciencia.
Las universidades son los centros generadores de conocimiento por excelencia, sobre todo en Chile. Ellas deben procurar tener unas condiciones ambientales óptimas para que el conocimiento se desarrolle a través de todo su proceso. Mientras más largo sean los plazos, más grande e importante será la idea. Hay que esperar que el conocimiento madure y no apresurarse en cosecharlo. Mucho menos vender la fruta antes de plantar el árbol. Esto es, precisamente, gestionar el conocimiento.