“Los hombre no se preocupan por las cosas, sino por las opiniones que de ellas tienen.”
Epícteto, El Enchiridion
El funcionamiento del núcleo geniculado lateral (NGL) constituye un buen ejemplo de la manera enactiva con la que nos vinculamos al mundo. Esta estructura talámica recibe información de la retina y la transfiere a la corteza visual primaria, por lo que su rol en el proceso de la visión es clave. El 80% de lo que “ven” las células del NGL no proviene de la retina sino que de otras zonas del cerebro, siendo muchísimas más las fibras que bajan desde la corteza que aquellas que suben. Es decir, que para el NGL, es mucho más importante lo que ocurre dentro de nosotros que lo que ocurre fuera, de ahí la enorme diferencia en la proporción de las aferencias de uno y otro lado. Si en términos más generales consideramos el camino de la excitación generada en la retina hacia el lóbulo occipital, tenemos que por cada fibra que llega a la corteza proveniente de la retina, hay 100 fibras que llegan al mismo punto y que provienen de otros lugares del cerebro.
El cerebro memoriza sólo ciertos puntos determinados de una percepción, a partir de los cuáles puede restituir como recuerdo la percepción en conjunto. Estas marcas mnésicas no están puestas en algún subsistema determinado y específico, sino más bien en los lugares donde se realizó la percepción y la categorización. Así, el recuerdo se hará a través de los mismos circuitos utilizados en estas operaciones. La memoria no funciona con representaciones de las cosas, o como dice Pribram: “lo que se almacena es una computación y no un registro".
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